lunes, 23 de noviembre de 2009

Idilio

Esa mañana al despertar y verte
tuve que reconocer, finalmente,
que eras realmente bella,
esa mañana al ver la gracia  de tu cuello
y su forma encantadora cuando inclinabas la cabeza
para afirmar tus opiniones,
hube de llenarme
de humildad para aceptar lo hermosa que eras,
 cómo llenabas los espacios con tu voz y tu risa,
y como, al golpe de los rayos del sol, entrecerrabas los ojos
creando ese aire de misterio tan tuyo, tan característico en ti;
esa mañana, al despertar, percibí la cualidad felina, gatuna,
que al parecer comparten todas las mujeres,
y esa mañana,
la última,
cuando me abandonaste,
me miraste lánguidamente
de hito en hito,
y como los gatos
diste tres vueltas en la habitación,
y te marchaste cadenciosamente sin un gesto,
sin despedidas, sin un adiós...


1 comentario:

Anónimo dijo...

seduccion que te instiga en el cuerpo de mujer
causando amnesia que existe aun mas debajo de la piel
y aunque no sea importante en el momento de querer
sino lo adviertes sera causa de que la puedas perder
y entonces solo te queda que eres parte del ayer.
MJS